Hay una creencia arraigada entre los gobiernos populistas que afirma, en simples palabras, que pensar es malo. Pensar fomenta la duda, y cuando se duda, se es libre. Cuando el pueblo es libre algunas de las funciones del gobierno corren el riesgo de volverse obsoletas; característica que, a la larga, dejará el camino libre para que otra fuerza política ocupe su lugar. Un ejemplo local nos remite a una frase promovida por el gobierno de Juan Domingo Perón: “Alpargatas si, libros no”. Por ésta razón, una de las principales tareas de los funcionarios es coartar, ya sea censurando o interviniendo los medios de comunicación, las fuentes de información que permiten a uno por un lado, expresarse y por el otro, nutrirse de conocimientos.


La vedette de las fuentes de información fue durante fines del siglo XX, y promete serlo al menos gran parte del XXI, Internet. La simplicidad de búsqueda y el infinito abanico de temáticas ofrecidas, hicieron de un invento, un elemento fundamental en nuestras vidas. Entonces, siendo una herramienta casi indispensable para varios aspectos de la cotidianeidad y estando directamente relacionada con nuestro derecho de libertad de expresión e información, comprendido en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (DUDH), ¿es posible que el acceso del ser humano a Internet este restringido? Si, es posible.
Tomemos como ejemplo al gobierno comunista de la República de Cuba. Desde 1959 la isla se encuentra bajo un régimen de tendencia marxista-leninista, gobernado casi desde sus inicios por Fidel Castro, quién recién cedió, por problemas de salud, la presidencia en 2008 a su hermano Raúl Castro.El paraíso comunista que prometía igualdades, la reforma agraria y justicia social giró en 180º mucho más rápido de lo que se podía haber previsto. La utopía de un mundo justo para todos fue rápidamente sustituida por un régimen de gobierno al cual la categoría que más le correspondería sería la de dictadura, donde, en pos de la prometida igualdad, se violan los derechos básicos del ser humano. Los mismos se encuentran comprendidos en declaraciones, documentos y pactos de Naciones Unidas, organismo internacional al cual Cuba adhiere.

El sociólogo Manuel Castells, en una entrevista realizada por la periodista española Mayte Pascual, co
mpilada en la obra “En qué mundo vivimos. Conversaciones con Manuel Castells”, al referirse a la posibilidad de controlar Internet o, en su defecto, el riesgo de convertirse en herramienta de control, comenta que el problema radica en que “el tráfico es tan intenso que la vigilancia la ejercen robots que tienen programas con palabras clave (…), pero son demasiado tontos para enfrentarse con millones de mentes que pueblan la red en un sistema de inteligencia distribuida e interactiva”. Cuba no es la excepción: así como existe la restricción al acceso a Internet, coexisten junto a ella jóvenes ingenieros que operan brindando acceso a la web de manera clandestina, aumentando enormemente sus salarios: de US$15 por mes, pueden llegar a cobrar US$1000 por los servicios prestados.

El ser humano es libre desde que nace hasta que muere. Una de sus principales características es la necesidad de sociabilidad, para la cual necesita su libertad y así escoger el tipo de relación que quiera establecer con el mundo exterior. Estas particularidades le son inherentes a su especie. Los cubanos son libres y seres sociables desde su nacimiento; la búsqueda de la libertad será una constante. Mientras haya ley, habrá trampa. Mientras continúe denegado el acceso libre a Internet, habrá una piedra en los zapatos de Cuba.
Belén Papa Orfano
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