martes, 13 de mayo de 2008

¿Es posible frenar la destrucción?


El biodiesel comercializado en Alemania produce mucho más daño al ambiente que lo estimado. Así, cada porcentaje adicional en el corte de biodiesel en dicho lugar, significa más de 700.000 hectáreas de plantaciones de soja extra por año. Pero uno de los detalles para analizar, es que si se quiere llegar al corte del 17 por ciento, Alemania necesitaría importar cerca de 4.900 millones de litros de biodiesel de soja, lo que significa más de 10 millones de hectáreas de ese cultivo, una superficie similar a la provincia de Santa Fe.

Durante las últimas semanas se ha sumado otro gran cuestionamiento a la producción y consumo de biocombustibles, el impacto de estos en la suba de los precios de los alimentos, lo que ya afecta a millones de personas en el mundo, especialmente a los sectores más vulnerables. Claro es que la producción de biodiesel no es sostenible; entonces…¿por qué invertir en un mundo en el cual cientos de millones de personas mueren de hambre? ¿Cómo podríamos justificar la quema de alimentos para conducir autos? muchos parecen no salirse de su idea y seguir con su plan de lucha. Otros proponen soluciones, como por ejemplo: el uso de autos a hidrógeno, ya que no contaminarían y podrían abastecerse de fuentes de energía.

Por otro lado, es importante destacar que el biodiesel cuenta con algunas ventajas, pero como dice wikipedia, no habría suficiente superficie arable en Estados Unidos como para satisfacer las necesidades energéticas que el transporte requiere en ese país. De este modo el efecto de conducir automóviles impulsados por biodiésel en Estados Unidos o en Europa podría estar acelerando la destrucción de los últimos reductos vírgenes de nuestro planeta. “La situación de los bosques en Argentina es alarmante” expresó Hernán Giardini, Coordinador de la Campaña de Biodiversidad de Greenpeace. “En nuestro país no podemos perder ni una hectárea más de bosques nativos.


Cuanto más se prohíbe uno pensar los híbridos, más posible se vuelve su cruce: esa es la paradoja de los modernos que al fin permite captar la situación excepcional en que nos encontramos.

Finalmente, vemos que la palabra moderno designa dos conjuntos de prácticas totalmente diferentes que, para seguir siendo eficaces, deben permanecer distintas aunque hace poco dejaron de serlo. El primer conjunto de prácticas crea, por “traducción”, mezclas entre géneros de seres totalmente nuevos, híbridos de naturaleza y de cultura. El segundo por “purificación”, crea dos zonas ontológicas por completo distintas, la de los humanos, por un lado, la de los no humanos por el otro.
Como dice Bruno Latour, hay una proliferación de los híbridos; ya que si bien el tema en cuestión apunta específicamente al la ecología y el medio ambiente, se desprenden y se analizan, en consecuencia, diferentes áreas; ya que el inconveniente en sí afecta a la sociedad misma y así; al bolsillo del ciudadano, dándose la suba de los precios de los alimentos y tocando el tema de la economía del país. “Pese a las advertencias de organismos internacionales como la ONU o el Banco Mundial y de numerosas organizaciones ambientalistas, los gobiernos siguen promoviendo la producción y el consumo de biocombustibles” agregó la ambientalista. “Los cultivos de maíz o la soja para la producción de biocombustibles compiten directamente con los alimentos, provocando su escasez y el aumento de precios”. Podemos observar que se entremezclan: creencias, criterios estéticos y saberes prácticos, entre otras tantas cuestiones, que dan lugar a un debate colectivo. Habrá que esperar y ver que pasa.



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