martes, 20 de mayo de 2008

MÚLTIPLES MIRADAS SOBRE LOS BIOCOMBUSTIBLES


Sólo ocho años transcurrieron desde el comienzo del siglo XXI y las nuevas necesidades mundiales, principales preocupaciones para la continuidad de la especie humana, ya se perciben. Año tras año se predice el fin de las reservas de petróleo, pero lo cierto es que se trata sólo de estimaciones: las exploraciones siguen arrojando hallazgos de fuentes de combustibles fósiles todavía no explotadas. Al problema de la escasez de recursos energéticos se le agregó el aumento en los precios de los alimentos (commodities). Parece tratarse de dos problemas de diferentes esferas, pero no lo son.
Si bien el problema del petróleo se basa, todavía, en estimaciones, las principales economías mundiales no se quedan de brazos cruzados. Estados Unidos y los países desarrollados de Europa se están adelantando varios casilleros y buscan nuevas alternativas ante el constante aumento del precio del barril de petróleo y el alto impacto que produce la quema de este tipo de combustibles sobre los ecosistemas. La alternativa a la que apuestan son los
biocombustibles.

La solución
El biocombustible es un combustible que puede reemplazar total o parcialmente las naftas o el gasoil. Se obtiene de recursos naturales como la caña de azúcar, el maíz, la soja o el girasol. Los más desarrollados y utilizados son el bioetanol (de caña de azúcar) y el biodiesel (de aceite vegetales).
Desde la esfera energética el problema parecía solucionado: por tratarse de recursos procesados a partir de materias primas renovables las posibilidades de producción rozan la infinidad. La demanda de biocombustibles por parte de los países industrializados a países con economías, en parte, sostenidas por producciones agrícolas-ganaderas causó alivio a los primeros: la diferencia a favor de éstos últimos en el tipo de cambio monetario generaría una orientación casi asegurada a este tipo de producciones. Europa y Estados Unidos respirarían tranquilos: habría energía, al menos, para el siglo XXI.

Incorporando otros aspectos
El antropólogo francés Bruno Latour en su ensayo
“Nunca fuimos modernos” se encarga de replantear el paradigma de análisis que prevalece desde el auge del positivismo y la comprobación científica: la segmentación de los conceptos para estudiarlos, aisladamente, en profundidad. El autor, desde un enfoque donde intervienen ciencia, tecnología y sociedad, plantea un nuevo método de análisis: la simetría perfecta, un método desde el cual se propone analizar los hechos a través de múltiples miradas.
En el caso de los biocombustibles el análisis desde la perspectiva energética arroja un saldo positivo. Distintas son las conclusiones si incorporamos la mirada de Latour a los hechos: una perspectiva que abarque cuestiones económicas, ecológicas, sociales y científicas.

El desencanto de los biocomubustibles
Aquellas naciones que creían respirar tranquilas ante la solución a los problemas energéticos debieron rápidamente enfrentarse con las consecuencias negativas de lo que parecía la resolución perfecta. El balance neto de emisiones de dióxido de carbono por el uso de biocombustibles es positivo si se tiene en cuenta la maquinaría y el transporte utilizados durante todo el proceso de producción, las cuales todavía utilizan combustibles fósiles. A su vez, los altos precios de los granos en los mercados mundiales, ya sea para consumo o para producción de biocombustibles, condujo a que países emergentes con recursos naturales para la producción agrícola explotasen al máximo sus suelos, al punto de deforestar selvas y bosques naturales para la expansión de los cultivos. El saldo desde la perspectiva ecológica es negativo: el dióxido de carbono que no emitirán los vehículos que utilicen biocombustibles, lo arrojarán aquellos necesarios durante el proceso de producción. A esto se le suma que con la desaparición de flora también se esfuman los agentes naturales que absorben el dióxido de carbono.
La esfera social tampoco arroja saldos positivos: el aumento de la población mundial y el crecimiento de la clase media en países con un alto número de habitantes como India y China se tradujo en una demanda mundial de alimentos: los países sin recursos naturales para llevar a cabo políticas agro-ganaderas o aquellos que su producción no es suficiente para alimentar a toda su población, o bien naciones cuyas economías se orientan a la industria, compran materias primas a los países emergentes que aprovechan las altas cotizaciones en dólares de los granos en las Bolsas de Comercio. La demanda no es sólo desde el sector alimenticio, sino también desde los biocombustibles, lo cual abre nuevos mercados para los países agro-ganaderos generando un desplazamiento de la oferta de parte de sus producciones agrícolas: la diferencia entre lo que se abona en el mercado mundial por los granos como materia prima y como producto con valor agregado orienta a que
muchas naciones elijan ofrecerlas del segundo modo aumentando su cotización. Desde el punto de vista social, si se extrema lo antes mencionado tendremos autos circulando con biocumbustible, quizás generando menos contaminación, pero al mismo tiempo millones de personas muriendo de hambre; el saldo es negativo.

Conclusiones
Las consecuencias de los biocombustibles, en muchos aspectos de la sociedad, han dejado de manifiesto la necesidad, como afirma Latour, de un abordaje de los hechos desde la perspectiva científica, tecnológica y social. Lo que para la ciencia es la solución a un gran problema mundial, para la economía representa un ciclo más de primacía de un producto (antes: el petróleo, el oro), para la ecología un motivo más de destrucción del medio ambiente y para la ciencias sociales una causa absurda de muerte –porque es evitable- de millones de personas. De haber existido un abordaje previo desde lo científico, tecnológico y social se hubiese trabajado anticipadamente para que los saldos desde los diferentes ámbitos fueran positivos y los biocombustibles, ya sin cuestionamientos, la solución a muchos problemas.

Belén Papa Orfano

1 comentario:

jopi dijo...

Muy buena la nota, Belen. Lamentablemente desde el inicio de la historia de la humanidad el hombre tuvo conflicto de intereses, mucho mas ahora en un mundo globalizado. Seria utopico pensar si alguna vez se ¨globalizaria¨ los intereses cuando se desarrollan tecnologias para el hombre tenga una mejor calidad de vida????